No es que tengas el coño mojado antes de que venga, cuando te ha llamado y te ha dicho que va a venir a follar contigo, es que cuando llega y te abraza veo como te derrites en sus brazos. Te tiene loca, lo sé. Tú misma me lo dices constantemente.
- Cornudo, creo que tengo adición de él. Me tiene loca. Estoy todo el día pensando en él, en su polla, en follármelo. Es un macho, un hombre de verdad que me está convirtiendo en su puta.
- Lo sé. amor mío.
- Y lo peor es que me gusta ser su zorra, su perra.
Lo sé. Sé que te has entregado a él, que le has entregado tu coño, y tu boca. Y quizás tus sentimientos porque veo como te lleva a la cama, como te coge la mano con mi anillo de bodas.
Y como le chupas la polla, como lo miras, con esa cara de deseo, de entrega, de querer ser suya. Se lo dices con los ojos: Hazme tuya, fóllame y úsame como tu perra, como tu zorra. Hazme un instrumento de tu placer.
O como me miras a mi mientras se la chupas, con esos ojos que me lo dicen todo. Que me dicen, sin decir, que eres suya, que tu cuerpo le pertenece, que puede hacer contigo lo que quiera. Que eres suya y quieres que te use. Eso me dices con tu mirada. Aunque también me lo has dicho varias veces de palabra. No me ocultas nada.
- A ti te amo con ternura, pero a él con pasión. ¿Entiendes la diferencia?
- Sí, amor mío. La comprendo.
- Tú eres un tierno sumiso, pero él es un macho dominante. Y os necesito a los dos. ¿Lo aceptas?
- Sí, mi vida. Lo acepto.
Lo acepté desde novios, cuando me dijiste que tenías una forma de ser que no concordaba con el resto de mujeres. Lo comprendí poco a poco, tú me enseñaste, pero te amaba tanto que acepté. Te dije que sí. Y te dije que sí. Luego también dije sí en el altar.
Y ahora veo como te abrazas a él, como cierras los ojos para recrearte en el momento de estar pegada a tu hombre, a tu macho. Parece que no quieres soltarlo, que quieres que se quede más, que no se vaya. Quieres disfrutarlo más. No te cansas. Eres suya, lo sé. Completamente suya. Es tu hombre, tu macho.
Pero consiento, lo sabes, porque te quiero y sólo quiero verte feliz. Feliz como cuando me has llamado a la cama para que os lama mientras folláis, para que os dé más placer a los dos. Y lo he hecho. Yo soy tu sumiso, aunque tú seas su sumisa. Somos los dos raros. Pero nos amamos.
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